miércoles, 14 de junio de 2017

Historias increibles! Ser camarero es otro mundo

Con dos borradores pendientes y estresada de tanto correr, me encontre con otra maravillosa historia de jose I .Gutierrez  en el grupo cosas de camareros y aunque ya casi me parece un abuso no puedo dejar de compartirla  contigo ,porque este compañero escribe de una manera embriagadora que me chifla y que encanta a todos ,refleja en sus relatos de forma magistral nuestro mundo ...espero que le editen un libro porque sera un best seller fijo .
Aqui te lo dejo para que lo disfrutes y lo compartas y yo ahora que tengo mas tiempo a ver si acabo mis escritos pendientes !!
Ale. Un caso para pasar el rato el que quiera leerlo. Espero que os resulte divertido. Un saludo.

Me voy acercando al bar con tiempo de sobra.  Impecablemente vestido de camarero. Pantalones , zapatos y calcetines negros, camisa blanca recién planchada con bolsillo al lado izquierdo en el que se transparenta el ducados.
 Estoy tan elegantón  que me miro en los escaparates callejeros sin vergüenza alguna y de momento decidido a no ponerme la pajarita en el pescuezo para no deslumbrar aún más pues ya he recibido proposiciones de cuatro personas,  dos de cada sexo, y esto me da que pensar, de modo que de momento paso sin pajarita.
 Yo que visto normalmente de trapejos, alpargatas y vaqueros tan solo voy elegante cuando me pongo el uniforme. Bueno también me lo pongo algún domingo libre para presumir. Sobre todo si voy a misa  por si el cura quisiera a un extra para despachar el vino. Nunca se sabe.
 Como tengo aún bastante tiempo pienso en tomarme algo antes de empezar a trabajar y mientras espero la hora elijo una mesa alta con un taburete al lado de la puerta del bar que tiene seis o siete botellines vacios y un cenicero lleno.
 Me siento solidario  con los colegas y paso dentro a pedirme un café llevando de paso los botellines y en ese momento sale por una puerta un señor con pinta de orangután, dando mas gritos que Tarzán llamando a su mona en la selva.
 Como viene derechito a mí mirandome con cara de mal genio le hago una finta a lo Bruce Lee y evito la colisión en el último momento, y pasa a mi lado dejando tras de sí una buena mezcla de, ahora sí, olor a verdadera selva.
 Sigue dando voces a otro señor al lado de la barra por lo que salgo con mi café, pues los gritones, no se porqué me parecen gente peligrosa. Me amilanan, me cohiben y aplatanan.
 Supongo que debe tratarse de un trauma del subconsciente del que me voy enterando poco a poco.
 Veo algo alejado  a mi amiguete que en  este momento si está trabajando y anda por la terraza, pero como no se acerca no tengo oportunidad de preguntarle e intuyo que el especimen selvático le asusta tanto como a mi, pero sigo en mi tiempo libre y estoy decidido a terminar mi café y mi ducados antes de empezar mi turno.
 Los gritos y voces de protesta siguen en el interior del bar durante un rato y de repente el tio sale por la puerta alejandose con sus patas zambas, pero de pronto rectifica, y dando media vuelta de la cual un militar sentiría envidia, cambia de dirección y se  dirije hacia mi.
 Tengo la rara habilidad adquirida de tomar traguillos de la taza del café sin soltar  el cigarro de mis labios, cosa poco recomendable,  pero ante la visión de semejante ser acercándose a mi a esa velocidad hace que por poco se me caiga lo uno y lo otro.
 -¿ Y usted que hace aquí?- me espeta en plena cara.
 - ¿Yo? Bueno... verá,  yo pues me estoy tomando un café y...
 -Claro y fumando un cigarrito ¿verdad?- me grita como si no fuera obvio.
 -Bueno si, claro pero es que...
 -Ni es que ni nà. No teneis vergüenza ni tu ni el   encargado ese del bar. Me voy de aquí un par de meses y me encuentro esto hecho un desastre y tu aquí tocandote las narices  ¿no te da vergüenza?
-Pero oiga es que yo no...
-Que te calles, -me grita aún más fuerte y más cerca. -me tenéis hasta los huevos pero claro tu no sabes quien soy yo ¿no?, claro que no lo sabes. A ver cuanto tiempo llevas trabajando?  Venga contesta. ¿Eres camarero? por que no lo pareces.

 Ya he dicho que este tipo de personas las considero peligrosas,  me aplatanan y acobardan asi que sacando fuerzas solo me sale contestarle, -bueno ya llevo en esto mes y medio pero oiga que yo ahora estoy...
 -Soy el jefe de todo esto - señala a su alrededor cortándome de nuevo,  estirando el brazo como Colón,  pasandolo por encima de mi cabeza  de tal forma que tengo que agacharme para que no me despeine.
 Por un instante su sobaco queda tan cerca de mi que estoy a punto de darle un buen mordisco con los dientes, pero el cigarro, que he tenido la dignidad de no quitarme de los labios,  y sobre todo el olor a selva profunda que emana me hace arrepentirme.
 -Pues te vas a enterar -grita en un paroxismo de rabia - A ver ¿como te llamas?
 -José Tomás,  como el torero,  pero oiga que hay un error, que yo...  -trato de explicarme pero el tio no para.
-Que te callessss. Supongo que te habrán pagado el ultimo mes que has trabajado . Contesta ¿si o no? ¿te lo han pagado?
-Si. -le digo yo ateniendome a las indicaciones
 -Y ¿cuanto cobras?
Me insiste en cuanto cobro y claro le contesto orgullosamente y un pelin de rebeldía. -Yo cobro mil cuatrocientos euros al mes, Señor, pero...
 -No te pongas chulo conmigo claval  y no me contestes que todavía te llevas dos hostias, y a gente como ese encargado y tu no quiero verles por mi bar.

 Mi pasmo no tiene limites; no me deja darle ninguna explicación y el orangután de pronto habre una cartera y sacando setecientos euros me los mete en el bolsillo, entre mi ducados y el pecho.
 -Ahora le dices a ese inútil que te he despedido, por que como entre yo ahora me lo cargo a el tambien que apunto he estado, y que como siga contratando a vagos como tú sin avisarme,  que toman  café y fuman en horas de trabajo le dejo en la calle. Y que arregle tu despido.
 Y se aleja el tío,  casi corriendo. Será para evitar un asesinato doble, el del encargado y el mio.

Tratando de comprender lo que ha pasado llega la hora de mi turno.
 Cuando llego a mi barra en el bar donde trabajo me sigo preguntando quien cojones será el tio ese, que será del pobre en cargado y sobre todo por qué  me ha soltado setecientos euros cuando yo solo estaba tan tranquilito tomándome un café y fumando un cigarro en el bar de mi amigo, que por cierto se escondió,  mientras esperaba a mi hora de trabajo.
 Pero como no pienso mucho las cosas me digo, joder que cosas pasan. Y esta no ha estado mal.