viernes, 10 de marzo de 2017

Don Emilio.un gran camarero!

Este relato no se si es ficcion o realidad esta tomado del muro de la chef Begoña Rodrigo de el restaurante LA Salita ,me he atrevido a cogerlo puesto que lo ha publicado en facebook como publicacion publica y ya se ha compartido cuatro veces y es que no tiene desperdicio!!! Es buenisimo!!! Dime que opinas tu...
Como siempre Emilio BRILLANTE
 "Hay 60 personas comiendo de menú (primero, segundo y postre) en la cafetería y yo estoy solo intentando mantenerme erguido ante tan desigual batalla. 60 estómagos rugiendo en sinfonía reclamando que los sacie. Soy Leónidas en la batalla de las Termópilas. Soy Gary Cooper en Hadleyville. Soy Uma Thurman ante los 88 maníacos. En el hambre de los 60 funcionarios gobierna la impaciencia.
Me detengo ante su mesa porque es la que hay más cerca del rincón al que acabo de llevar dos raciones de arroz con acelgas. Le retiro el plato y le pregunto si quiere postre. Alzo la cabeza y veo al fondo del comedor tres personas con el brazo en alto reclamando mi presencia. Bajo la cabeza y el tipo me está mirando con unos ojos diminutos tras unos cristales de no menos de ocho dioptrías.
No es un cliente habitual, pero ya había estado aquí antes. Siempre viene solo a comer. Una vez se sentó en la misma mesa que una chica que ya estaba comiendo a la que no conocía de nada. Le tuvimos que decir que por favor ocupara otra mesa libre. Un tipo raro.
- ¿Qué puede ser?
Aún no ha acabado la pregunta y ya le estoy soltando la retahíla:  natillas, cuajada, macedonia de frutas natural, manzana asada, yogur, plátano, piña o helado de fresa y nata.
Se lo piensa unos segundos. Unos segundos que yo necesito para hacer otras diez cosas que tenía que haber hecho ya desde hace un rato.
-¿Flan casero hay?
Obviamente no hay flan casero porque si hubiese flan casero lo habría dicho. Valoro la posibilidad de que:
a) el tipo me esté vacilando
b) el tipo esté sordo y no me haya escuchado
c) el tipo me haya preguntado qué opciones tenía aunque ya había decidido previamente lo que quería y, a pesar de que su elección no figuraba entre las opciones disponibles, carecía de plan B. No se le había pasado por la cabeza que no hubiera flan casero de postre y por lo tanto ahora se encontraba perdido en un intrincado laberinto de dudas e indecisiones. Sin duda, se me tenía que haber olvidado señalar la opción del flan casero.
- No. No hay flan casero.
Alzo de nuevo la cabeza y ya son seis las personas que gesticulan apremiándome a que acuda a sus mesas para ser atendidas. Uno de ellos me chifla como si yo fuera una cabra que se le ha escapado del corral.
- Ah... ¿Y qué hay, perdona?
Clavo la mirada en sus desquiciados ojos de pescado podrido y repito la perorata lentamente, dejando algo de pausa entre una palabra y la siguiente:
- Natillas. Cuajada. Macedonia de frutas natural. Manzana asada. Yogur. Plátano. Piña. Helado de fresa y nata.
Nos quedamos mirando en silencio durante algunos segundos más. Después abre la boca y dice:
- Pues ponme alguna tarta de ésas.
Suelto el plato en la mesa con cierto estrépito intentando mostrar de forma manifiesta algo de impaciencia. Valoro la posibilidad de que:
a) mi cuerpo haya sido poseído por algún demonio que me esté haciendo hablar en arameo u otra lengua muerta y por eso no se me entienda
b) esté a punto de desplomarme a causa de un derrame cerebral y en estos momentos previos de delirio esté pensando en decir una cosa pero estoy diciendo otra, y por tanto puede que haya dicho que hay tartas (no una, sino varias para elegir incluso: «una tarta de esas»), cuando yo sé a ciencia cierta que no hay ninguna puta tarta en todo el edificio
c) el tipo esté oyendo a imaginarios duendes camareros enumerando una carta de postres distinta a la mía.
- Una tarta de cuáles - digo, alzando un poco la voz.
- Ah... ¿No hay tarta?
- No hay tarta. Hay - y aquí ya me inclino hacia él y me acerco a un palmo de su estúpida cara de atún negándole cualquier otro campo de visión que no sea el de mi rostro esforzándose en pronunciar con especial claridad cada sílaba - natillas, cuajada, macedonia de frutas natural, manzana asada, yogur, plátano, piña o helado de fresa y nata.
Me sostiene la mirada, el hijoputa. No se amilana. Ni un atisbo de pudor o desconcierto en sus ojillos de rata marina. Nada. Como si le hubiera dado un calambre mental. Al fin ladea levemente la cabeza y dice:
- Tráeme una cuajada.
Me giro y velozmente me encamino a la cocina entre chisteos, silbidos y gritos de «jefe», «artista» y «figura». Me hago el sordo. El mundo entero tendrá que dejar de girar un momento y esperar a que esté lista la cuajada especial para el cliente de la mesa número trece."
Un saludo !!!

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